Hola, soy Taylor y bienvenido a Crash Course Linguistics. El lenguaje ocurre gracias al cerebro. Esta cosa esponjosa que se sienta en nuestro cráneo es responsable de nuestra
habilidades para adquirir habilidades lingüísticas complejas como fonología,
semántica, sintaxis y lectura. Es lo que nos ayuda a escribir poemas y redactar textos, u obtener el significado
de una ceja levantada o una serie de emoticones aleatorios. Comprender el cerebro nos ayuda a comprender cómo se produce el lenguaje
e interpretarlo.
Podemos señalar directamente las partes de la boca y las manos que usamos para producir el lenguaje, pero no podemos accesar y sentir nuestro cerebro.
Afortunadamente, a lo largo de los años, la gente ha ideado una amplia gama de formas de observar el cerebro para averiguar dónde y cómo se origina el lenguaje.
Este es el campo de la psicolingüística.
[TEMA MUSICAL]
El interés en la relación entre el lenguaje y el cerebro realmente se inició en el siglo XIX.
Los investigadores observaron a personas con trastornos del lenguaje y luego buscaron en sus cerebros después de su muerte.
Si se dañaba una parte del cerebro por un accidente cerebrovascular, demencia o una lesión en la cabeza correlacionada con una diferencia en la capacidad del sujeto para comprender o producir lenguaje, los científicos podían predecir que existía una relación.
Este tipo de lesiones que afectan nuestras habilidades lingüísticas son conocidas como afasia.
Dos tipos famosos de afasia descubiertos en ese momento se llaman afasia de Broca y afasia de Wernicke.
Las áreas del cerebro relacionadas con cada tipo de afasia, por lo tanto se conocieron como el área de Broca y el área de Wernicke.
Es posible que hayas oído hablar de ellas en una clase de psicología o anatomía.
El área de Broca se encuentra alrededor de su sien izquierda, y fue nombrada por Paul Broca,
un médico francés del siglo XIX que observó que las personas que habían sido lesionados en esta parte de su cerebro actuaban de manera similar.
Si bien aún podían entender el lenguaje, solo podían producir un puñado de palabras, una a la vez.
El área de Broca afectó su capacidad para hablar o hacer señas de una manera fluida y gramatical.
En otras palabras, afectó su capacidad para usar la morfosintaxis.
Casi al mismo tiempo que Broca estaba haciendo su descubrimiento, el alemán Carl Wernicke descubrió que si una parte diferente del cerebro resultaba lesionada, había un efecto totalmente diferente.
Las personas heridas en este lugar, ubicado justo encima de su oreja izquierda, tendían a hablar de una manera que sonaba fluida y gramatical, pero absurda.
El área de Wernicke está asociada con el significado del lenguaje.
Pero esos estudios del siglo XIX fueron limitados y el cerebro es sorprendentemente complejo y flexible.
Investigaciones más recientes han descubierto que algunas personas pueden sufrir daños importantes en el área de Broca y nunca desarrollar afasia.
Otras personas pueden volver a aprender a hablar mediante una práctica intensa basándose en su capacidad para cantar, que está controlada por una diferente parte del cerebro.
Estos estudios más recientes nos ayudan a comprender la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para construir y conectar de manera flexible partes del cerebro en respuesta a una lesión o como parte del aprendizaje.
Y aunque las áreas de lenguaje generalmente se encuentran en el hemisferio izquierdo del cerebro, las áreas del lenguaje de algunas personas se encuentran predominantemente en el hemisferio derecho, o se extiende por ambos lados especialmente para personas zurdas o ambidiestras.
Entonces, la relación entre el lenguaje y el cerebro es aún más complicada de lo que pensamos al principio.
Incluso ahora, los errores y las diferencias en el uso del idioma pueden enseñarnos sobre las diferentes habilidades involucradas en el lenguaje y cómo están organizadas dentro de nuestras mentes.
Todos a veces olvidamos una palabra que conocemos perfectamente bien, o accidentalmente intercambiamos palabras, partes de palabras o modismos lo que podrías encontrar como Spoonerismos, experiencias de la punta de la lengua o metáforas mixtas.
Estos errores de producción nos dicen cosas valiosas sobre cómo la mente maneja el lenguaje.
Como, ¿cuando simplemente no puedes recordar una palabra?
Lo sabes, casi lo tienes, está ahí ... simplemente no puedes recordarlo.
Este fenómeno se conoce como experiencia de la Punta de la Lengua, y los psicolingüistas han descubierto que las personas con una palabra en la punta de sus lenguas a menudo pueden recordar otra información al respecto.
Podrían recordar su significado, su primera letra y, a veces, cuantas sílabas tiene, pero no pueden recordar la palabra completa.
Los lenguajes de señas también tienen este fenómeno, que se conoce como punta de los Dedos, naturalmente.
Y los señaladores que experimentan punta de los dedos también pueden recordar cierta información sobre la señal que buscan, especialmente la forma inicial de la mano y ubicación de la mano.
Simplemente no pueden recordar el movimiento que necesitarían para completar el signo.
Las experiencias de la punta de la lengua y los dedos pueden mostrarnos cómo están organizados los pensamientos,
porque podemos tener acceso a la primera letra o posición inicial de la mano sin tener acceso a los sonidos o movimientos restantes.
Saber una palabra no es un estado binario de "sí" o "no" como una computadora.
Nuestros cerebros también pueden retener información parcial.
Los errores de producción son tan útiles que los sicolingüistas tienen técnicas para intentar que la gente los cometa aún más, para que puedan estudiar esos errores en un laboratorio.
Los psicolingüistas pueden inducir experiencias de la punta de la lengua o los dedos pidiendo a las personas que traduzcan palabras o que recuerden nombres propios.
Vayamos al Thought Bubble para probar otro experimento psicolingüístico ¡aquí mismo!
En un momento aparecerán dos formas en la pantalla.
Decidamos cuál se llama kiki y cuál se llama
bouba.
¿Estás listo?
Es más que probable que hayas llamado "bouba" a la forma de la izquierda y la forma de la derecha "kiki".
Aproximadamente nueve de cada diez personas toman esa decisión.
Los experimentos han demostrado repetidamente que pensamos que las consonantes de bloqueo no sonoras como /k/ y vocales altas como /i/ como pequeño, agudo, crujiente, brillante y puntiagudo, en comparación con los sonidos sonoros como /b/ y las vocales redondeadas como /u/, que son grandes, grumosos, oscuros y pesados, en muchos idiomas diferentes.
El experimento kiki/bouba nos muestra que el lenguaje está relacionado con otras experiencias sensoriales.
Sí, las palabras se componen de partes arbitrarias todavía más pequeñas, pero no es 100% arbitrario, y este mapeo entre sentidos puede mostrar algunas tendencias generales para nombrar cosas a través del idioma.
Un gran estudio mostró que las palabras para "nose" (nariz) tenían más probabilidades de tener un sonido nasal como /m/ o /n/, en muchos idiomas diferentes.
Los especialistas en marketing conocen estos enlaces
bouba no sería un buen nombre para una marca de galletas, pero kiki si, porque generalmente queremos que nuestras galletas estén crujientes.
Pero estoy seguro de que el helado de la marca bouba sabrá mucho mejor: redondo y suave y cremoso.
A pesar de estas tendencias generales, también existen
diferencias específicas del lenguaje.
Si tu idioma no tiene un sonido /b/ o /u/, es posible que no
pienses en "bouba" como una palabra posible, por lo que es posible que no la asocies
coherentemente con la forma suave sin forma.
Los diferentes idiomas también pueden etiquetar las formas de manera diferente según funcionen sus sistemas de sonidos.
El tono puede influir en cómo los hablantes de mandarín etiquetan estas formas.
El cerebro humano no separa completamente nuestro conocimiento lingüístico de otros conocimientos del mundo, y experimentos como el la prueba de kiki/bouba ayudan a demostrarlo.
Gracias, Thought Bubble!
¿O debería decir ... Thought bouba?
Ese es un tipo de experimento psicolingüístico, pero está lejos de ser el único.
Los psicolingüistas podrían usar un experimento de preparación perceptiva para probar qué tan cerca están relacionas las palabras en el cerebro.
Ellos "preparan" al participante con una palabra y miden la velocidad de sus respuestas a otras palabras.
Supongamos que a un sujeto se le prepara con la palabra "perro" y luego tiene una respuesta más rápida a "gato" que a otras palabras, podríamos concluir "gato" y
"perro" están más estrechamente relacionados en el cerebro.
También podemos usar experimentos de activación, donde medimos que tanto de una palabra el participante necesita escuchar o ver hasta que sepa que estoy diciendo
, "park", en lugar de "part".
Los experimentos de activación muestran que los sonidos no siempre se producen en secuencias discretas como nuestro alfabeto las hace parecer.
Como, la mayoría de los angloparlantes producirán el sonido /k/ en "cube" un poco diferente al sonido de /k/ en "calm".
Los psicolingüistas incluso han investigado misterios como si decir grocerias nos ayuda a controlar el dolor.
En ese estudio, los psicolingüistas compararon cuánto tiempo las personas podían mantener su mano en una cubeta con agua helada cuando se les permitía decir grocerías y cuando no se les permitía.
Cuando a las personas se les permitía, podían sostener su mano en el agua helada por más tiempo.
¡Eh! ¡Definitivamente voy a encontrar una aplicación práctica para esto!
Otras formas de averiguar qué sucede en el cerebro cuando usamos el lenguaje implica el uso de varios tipos de equipos.
Los estudios de seguimiento ocular intentan averiguar en qué estamos pensando basado en lo que estamos viendo.
Digamos que estamos leyendo una oración como esta:
Ahora, "The rabbit crouched on the cushion" es una oración perfectamente razonable en inglés,
así que ahí es donde la mayoría de la gente asume que está yendo al principio.
Pero luego, cuando llegamos a la palabra "seemed", necesitamos reevaluar.
Ahí es donde el seguimiento ocular muestra que mucha gente mira hacia atrás a la parte anterior de la oración para averiguar qué está pasando-- en este caso, una estructura más como "The rabbit that was crouched on the cushion seemed friendly.".
Las oraciones engañosas como estas se denominan oraciones de ruta de jardín,
porque parecen "llevarte por un sendero de jardín" de una interpretación antes de darte cuenta de que en realidad hay una estructura diferente.
El seguimiento ocular y las oraciones del camino del jardín nos muestran que procesamos
frases conforme las estamos experimentando
no esperamos hasta haber visto o escuchado una oración completa antes de empezar a averiguar qué está pasando.
La electroencefalografía o EEG registra la actividad eléctrica de neuronas que se disparan a través de una tapa de pequeños sensores en el cuero cabelludo.
Un psicolingüista podría conectar a una persona a un EEG y decir una oración como, "my favourite ice cream is chocolate and socks.".
"Socks" es información semánticamente inesperada en una oración que se supone que se trata de comida, por lo que el cerebro reacciona en consecuencia.
Y un EEG es especialmente bueno para indicar cuándo ocurre un aumento en la electricidad.
Así que aquí podría mapear una especie de aumento, conocido como N400, alrededor de 400 milisegundos después de escuchar "socks".
Los EEG son silenciosos y relativamente asequibles, pero se pueden alterar incluso por pequeñas cosas como parpadear.
Además, no son tan buenos mapeando dónde suceden las cosas en el cerebro.
Las imágenes de resonancia magnética funcional, o fMRI, por otro lado, son relativamente precisas para localizar la actividad cerebral llegando a unos pocos milímetros de donde está ocurriendo la actividad.
Lo hace midiendo cuándo hay un aumento de oxígeno en partes del cerebro.
Cuanta más actividad neuronal, o pensamiento, más sangre llega al área del cerebro, y esa sangre aporta mucho oxígeno para ayudar a esas neuronas ocupadas.
Por ejemplo, un psicolingüista puede hacer que alguien aprenda y recite, unas pocas palabras en un lenguaje inventado para ver qué sucede en el cerebro cuando intentamos aprender un nuevo idioma.
Si bien la fMRI es relativamente preciso para localizar la actividad cerebral, es menos preciso en cuando al momento en que se realiza esa actividad.
Solo se aproxima dentro de unos segundos, mientras que los pensamientos pueden suceder en fracciones de segundo.
También son muy caros y bastante incómodos.
Entonces hay una especie de negociación:
Las máquinas de EEG son precisas en cuanto al tiempo, pero imprecisas en cuanto al espacio, mientras que las máquinas de resonancia magnética son precisas sobre el espacio, pero imprecisas sobre el tiempo.
Estas máquinas, con sus datos precisos y gráficos complejos, podrían parecen ser exactamente lo que investigadores del siglo XIX como Broca y Wernicke necesitaban comprender el vínculo entre el cerebro y el lenguaje.
Pero realmente, debemos abordarlos con tanta precaución como
esos experimentos más antiguos.
Todavía hay mucha variación individual en cómo nuestros cerebros se vuelven organizados a medida que aprendemos cosas, y se ha realizado mucho trabajo en psicolingüística con pequeños números de personas que hablan idiomas dominantes como el inglés.
Por lo tanto, solo sabemos un poco sobre si y cómo ser fluente en otro lenguaje afecta lo que pasa en el cerebro.
Siempre hay más que aprender.
Nos vemos la próxima vez, cuando hablemos de cómo aprendemos el idioma en ¡primer lugar!
Gracias por ver este episodio de Crash Course Linguistics.
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